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La celebración de la primera comunión representa un acto de fe. El niño se prepara para ese momento por medio de la asistencia a la catequesis y, del mismo modo, se educa en un ambiente católico. Por ello, participa en la eucaristía de los domingos junto al resto de la familia y forma parte de una comunidad viva: la Iglesia.

Por lo general, en España se celebra cuando los niños tienen entre los 8 y 9 años. Este es un acto que marca un punto de inflexión en la vida de los cristianos, ya que, a partir de ese instante, podemos participar en el sacramento de la eucaristía. Jesús está presente en ese momento, es decir, está representado en el altar por medio del pan y el vino y, por supuesto, siempre presente en su Cruz.

¿Qué preparación reciben los niños antes de comulgarse?

Este paso tan importante simboliza una continuación en el camino iniciado durante el bautismo. En ese instante, son los padres y padrinos quienes se comprometen a guiar y acompañar al niño en el camino de la fe. Ellos asumen la responsabilidad de educarle en un ambiente católico que está alineado con el cumplimiento de los diez mandamientos.

Durante la asistencia a la catequesis, el niño profundiza en el mensaje de la Biblia y se adentra en el Nuevo Testamento. Es decir, alimenta su relación con Dios, un vínculo que sigue afianzándose con posterioridad a esta celebración. Cuando comulgamos, nos reafirmamos en la certeza de la fe: acogemos ese regalo en nuestra vida.

Además, asumimos los compromisos de seguir participando en la misa de los domingos y de integrar valores positivos en nuestro día a día. Por ejemplo, aprender a amar al prójimo y a perdonar.

Un momento decisivo que se celebra después del bautismo

Sin duda, esta es una celebración que tiene una gran trascendencia a nivel individual. Sin embargo, es un acontecimiento que también posee un significado muy especial para el entorno más cercano. Por este motivo, los familiares y amigos están presentes y comparten su alegría.

Cuando un creyente profundiza en la historia de su vida, no recuerda el momento en el que fue bautizado, sino que conoce los detalles de ese hecho gracias al testimonio de sus figuras de referencia.

Por el contrario, sí retiene en su mente con claridad distintos aspectos de la primera comunión. A los 8-9 años de edad, el niño posee un mayor nivel de comprensión sobre los misterios de la fe y sobre la consagración, una de las partes más relevantes de la eucaristía.

¿Por qué es el paso previo a la confirmación?

Este proceso se completa con el sacramento de la confirmación. A través de él, recibimos el amor del Espíritu Santo. Este representa un momento de consolidación en relación con el camino previo. En este sentido, constituye una base esencial para profundizar en la fe en la etapa adulta. Es decir, tomamos la decisión de confirmarnos y de continuar formando parte de la comunidad cristiana desde la reflexión, la libertad consciente, la espiritualidad y la responsabilidad para poder disfrutar realmente de los artículos religiosos católicos.

No debemos olvidar que, antes de protagonizar un momento tan definitivo, ya hemos dado unos pasos previos que nos han permitido descubrir la palabra de Dios. De hecho, existen dos requisitos esenciales que debemos cumplir: haber sido bautizados y haber comulgado antes de recibir al Espíritu Santo.

Por último, para recibir la primera comunión hemos de recibir el regalo del perdón que nos otorga el sacramento de la confesión.

En definitiva, la celebración de la comunión es una demostración de fe. Un paso crucial en la vida espiritual de un cristiano que cultiva una relación cercana con Dios.